ESA
PEQUEÑA . . . . . . COSA.
Como
chiquillos locos que dejan la tediosa
rutina
de la escuela, para llenar de risas
la
florida campiña, ella y yo – una rosa
del
brazo de un poeta, – desgranando sonrisas
sobre
todas las cosas, buscamos en mis fieles
amigos:
-la llanura, el viento, la fragancia
de la
tierra mojada, de los rojos claveles,
el sol
que se hace brasa y muere en la distancia
con
raras opulencias -, un refugio en el cual
pudiera
nuestra loca y espléndida alegría
estallar
sin peligro del asombro, habitual
en la
gente que ignora que el amor es poesía
y que
siendo el poeta, como dicen, un loco,
su
pasión es locura que contagia su gozo,
su
dolor, su ternura, y que le importa poco
pasar
por un chiflado si lleva, jubiloso,
una
rosa del brazo.
Puso la
aristocracia
de mi
amada, una nota de insólita belleza,
de luz
y de perfume, de finura y de gracia,
sobre
la abigarrada muchedumbre que en esa
ocasión,
por ser día de plaza, inundaba
de
voces y pregones, el humilde mercado
del
lugar.
¡Su
asombrado regocijo llenaba
de
fulgores mi alma!.
Después
de haber comprado
que sé
yo cuantas cosas . . . chabacanos . . . ciruelas. . .
un
panal de miel virgen. . . captó nuestra atención
un
puesto en que mezclados con ollas y cazuelas,
con
cierta coquetona, luciente distinción,
unos
pequeños jarros con nombres en el cuello,
eran
rara evidencia de que el rapaz arquero
de los
ojos vendados, pone el vivo destello
de su
magia, lo mismo en el hábil joyero
que
graba monogramas en áureo resplandor,
que en
la mano callosa de un vulgar alfarero
que
dibuja en sus jarros un nombre evocador.
-¡Mira.
. . mira – me dijo señalando un jarrito-
yo lo
quiero. . . ¿No ves?. . . Aquel. . . junto al señor. . .
mas acá
de Rosario y que Amor lleva escrito!
¡Y por cinco centavos compramos el amor!
La
gente la miraba. ¡Aquello era inaudito,
mi
amada iba sonriente llevando en una mano
una
capa de pieles y en la otra un jarrito
de
barro, con el nombre del más dulce tirano!. . .
. . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Y en el pequeño hogar que ve la
milagrosa
floración
de ternuras, sobre una repisilla,
asomado
a su cuello rojo botón de rosa,
pone su
gracia humilde el jarrito de arcilla;
y si
alguna persona lo contempla y curiosa
le
pregunta a mi amada con sonriente intención
no
exenta de ironía: “Y esa pequeña . . . cosa
es para
hacer más vivo el lujo del jarrón ?. . . ”
Mi
dueña se sonríe, me contempla un instante
y con
voz que traduce en ritmo la emoción:
-¡Esa
pequeña . . . cosa –responde al visitante-
encierra
en su simpleza una inmensa ilusión!. . .
Luis
Manuel Torres
(Malgré Tout)
Mexicano.
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